miércoles, 5 de octubre de 2011

A menudo los hijos se nos parecen,
así nos dan la primera satisfacción;
esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor.
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres
y a los que, por su bien, hay que domesticar.

Niño, deja ya de joder con la pelota.
Niño, que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma
y que les bastan nuestros cuentos para dormir.

Nos empeñamos en dirigir sus vidas
sin saber el oficio y sin vocación.
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción.

Niño, deja ya de joder con la pelota...

Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós

lunes, 3 de octubre de 2011



Desconocemos el amor de los padres, hasta que tenemos a nuestros propios hijos. 
Henry Ward Beecher


La infancia es tiempo de inocencia. Son peldaños muy altos y huellas de pisadas muy pequeñitas

sábado, 1 de octubre de 2011

El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños.
Graham Greene (1904-1991) Novelista británico.